Sr. GONZÁLEZ, Olinda Florentina

Queridas hermanas:
el día 23 de febrero 2025, en la casa San José de la Ciudad de Buenos Aires, el Señor de la misericordia, que hoy celebramos en la Palabra de este domingo, llamó a su Luz sin ocaso a nuestra hermana
Sr. GONZÁLEZ Olinda Florentina
Nació en El Bolsón, Pcia. de Río Negro, el 5 de diciembre 1952
Profesó en Funes, Pcia. de Santa Fe, el 24 de enero de 1974
“Quiero agradecer de un modo muy particular a todas las hermanas y comunidades que desde muy pequeña me acompañaron y me ayudaron a ser quien soy hoy, una feliz Hija de María Auxiliadora”. Con estos sentimientos partió a la casa del Padre nuestra querida “Hna Oli”, como cariñosamente la llamábamos, “donde hay muchas moradas y una será para mí, con la certeza de la fe”.
Hija de padres chilenos radicados en Argentina, fue la segunda de seis hermanas y dos hermanos mayores por parte del papá; su mamá, ama de casa y su papá, maestro mayor de obras. Cuando Olinda tenía 2 años, la familia se trasladó a El Maitén (Pcia. de Chubut); pero, el frío cordillerano no era saludable para ellos y nuevamente se trasladaron a una chacra que compraron entre Lamarque y Luis Beltrán (Pcia. de Río Negro), donde vivió hasta los 10 años que entró como interna al Colegio María Auxiliadora de Gral. Conesa por tan sólo un mes, porque, al expresar muy pronto su deseo de ser un día “maestra, vestida como ustedes”, la Hna Directora la presentó a la Hna Inspectora en el día de la gratitud. “Y así, delante de todas las directoras, el 28 de octubre, me colocaron la medalla de aspirante y me quedé en el Aspirantado en Bahía Blanca”. Terminó el nivel primario, cursó el nivel secundario como aspirante y el último año como postulante. Innumerables recuerdos de este tiempo de su infancia y de su formación narra la Hna Olinda hasta ser Hija de María Auxiliadora a los 21 años.
El año de su profesión, 1974, hizo el Juniorado intensivo en Bernal, donde se desempeñó como catequista en la escuela y en el barrio. De regreso a su inspectoría, fue estudiante del magisterio para la enseñanza primaria, catequista y animadora del Oratorio en Bahía Blanca Sagrado Corazón (1975) y en María Auxiliadora (1976). En 1977 pasó a la comunidad del Sanatorio en la misma ciudad donde estudió enfermería profesional y se recibió en 1979. “Me he sentido muy a gusto en la escuela, en el oratorio, en las misiones de verano, siendo personal del “Sanatorio y Maternidad del Sur” de Bahía Blanca y en la enfermería de Viedma”. Desde pequeña se sintió atraída por el servicio de enfermería.
Desde 1979 a 1984 y luego desde 1991 a 1995 estuvo en Junín de los Andes donde fue vicaria, asistente de las internas del Hogar, profesora, catequista, enfermera y en 1992 directora de comunidad. Ella recuerda este tiempo con especial cariño por la acción pedagógica significativa que se desarrolló a través del proyecto “Cooperativa escolar, colmena especial”, donde las jóvenes fueron comprendiendo y poniendo las bases y beneficios del trabajo cooperativo, desarrollando en ellas capacidades de liderazgo, de expresión oral y escrita, para fundamentar sus opiniones, hacer propuestas, liderar asambleas, postularse y elegir democráticamente la comisión y sus representantes, “todo lo que el trabajo cooperativo implica, ofrece y exige”. Para una mujer de la cultura mapuche era un paso importantísimo, elevó su autoestima y desarrolló sus capacidades en bien propio y de otros. “Con el tiempo pude constatar los frutos de esta experiencia en las asambleas de EDIPA (Equipo Diocesano de Pastoral Aborigen) donde encontré a una interna de entonces como secretaria de ese espacio, apreciada por su gente con admiración”. Una exalumna comparte: “La Hna Olinda tenía una mirada abarcativa y visionaria, muy trabajadora, inspiraba confianza. A todos les descubría su luz propia y la fortalecía para que ilumine su vida y la de los demás. Se acercó mucho a nuestras familias y las hacía participar y pertenecer a la casa. Acompañaba a las jóvenes a lo largo del tiempo, las cuidaba, las salvaba… Era seria, pero no daba miedo. Se expresaba en el hacer… ¡que era arrasador!”
En 1985 fue nuevamente a Bahía Blanca Sagrado Corazón, como vicaria, asistente de aspirantes, profesora, catequista y encargada del Oratorio. Fue estudiante del Curso de Espiritualidad en el Auxilium el bienio 1986-1988 que significó para ella “una experiencia muy especial de Iglesia, de Instituto, de interculturalidad, que marcó mi vida para siempre, potenció mi vocación y siempre la compartí con los laicos en las diferentes obras”.
De regreso a la inspectoría estuvo en la Casa de Formación Laura Vicuña de Bahía Blanca (1988-1989) y en diversos períodos en la Casa Madre Mazzarello de esa ciudad (1990-1995; 1997; 2008; 2017-2021) como responsable del pensionado universitario, de la catequesis del barrio, del “Taller de cocina” en la casa Laura Vicuña, profesora en la escuela, enfermera, consejera, ecónoma, responsable de la cocina y despensa. “Sentí siempre una particular inclinación por las casas de formación y la enfermería en las casas de salud, donde pude atesorar el testimonio de vida entregada de las hermanas, el sacrificio de las misioneras y estar cerca hasta el final de muchas de ellas que me acompañaron en mi niñez y juventud”.
Por un año (1996) fue directora de la escuela en Pampa del Malleo, responsable de la pastoral, catequesis, ayudante de la ecónoma en Gral. Conesa (1998), directora de la comunidad, de la escuela, Representante legal, asesora de los padres en Rawson (1999-2006), vicedirectora de la escuela en Gral. Roca (2007) y directora de la escuela primaria y Nivel Inicial, coordinadora del equipo directivo, de los padres y responsable de la cocina en Viedma (2009-2016).
En el 2022 regresó a Viedma como Directora de la casa de salud. A fines del año 2023 se diagnosticó un cáncer gástrico e inició con esperanza el tratamiento oncológico que continuó en la Ciudad de Buenos Aires, siendo miembro de la Casa San José. “Si bien fue una gran sorpresa el diagnóstico de mi enfermedad, también fue un regalo inmenso constatar la cercanía y oración de tantas personas de los distintos lugares por donde pasé”. Expresa una hermana de la comunidad: “Amaba la vida, la disfrutaba y probó todas las posibilidades para alcanzar la salud. Fue muy valiente y permaneció serena, aún en los momentos de fuertes dolores, sin hacernos sentir el peso de su enfermedad; pero, cuando supo que ya no había más nada para hacer, se entregó con plena conciencia y disponibilidad, “preparándome para llegar a la casa del Padre, con el deseo de hacer muchas “gauchadas” a quienes aún peregrinan en la tierra”.
Oli querida, te vamos a extrañar mucho… Tu pascua nos traiga Luz y radicalidad evangélica.
Ofrecemos por nuestra hermana nuestra oración de sufragio.
Hna Silvia Boullosa
Inspectora ARG