Andrea recibió en su familia una educación profundamente cristiana, que continuó luego en el colegio salesiano de Lanzo (Italia), al que entró en octubre de 1883. Allí maduró su vocación. En 1886 recibió en Foglizzo el hábito clerical de manos de Don Bosco.
En 1888 y 1889, en Turín-Valsalice realizó los dos cursos trienales, que concluyó con sus respectivos títulos académicos, como alumno libre.
En este período fue crucial su encuentro con el príncipe Augusto Czartoryski, beatificado en 2004, que acababa de ingresar en la congregación salesiana y que caerá enfermo de tuberculosis poco tiempo después. Será Andrea quien, en perfecta sintonía con él, le hará de ángel custodio no sólo en Valsalice, sino también en los diferentes lugares donde vivió el enfermo.
Cuando tiempo después Andrea, a su vez, contrajo la misma enfermedad, se enumeró entre otras causas su estrecha relación con su amigo enfermo.
Vivió el sufrimiento con alegría interior. El mismo escribirá a su madre: “La tía me dice: ‘Conozco de sobras tu estado de salud’. Ese ‘de sobras’ indica una desgracia. Cómo se equivoca. Esta enfermedad la he pedido al Señor. En realidad, no le he pedido la enfermedad sino sufrir y sufrir mucho. Y Dios me ha enviado este mal… No quiero curarme. Es la locura de la Cruz. Ya veremos en la eternidad quién tenía razón”.
Ordenado sacerdote por Monseñor Juan Cagliero, se entregó totalmente a la contemplación y al apostolado de la pluma. De una fuerza de voluntad a toda prueba, con un vehemente deseo de santidad, consumió su existencia en el dolor y en el trabajo incesante. “La misión que me confía el Señor es rezar y sufrir”, decía. “Ni curar ni morir, sino vivir para sufrir”, tal fue su lema. Riguroso en la observancia de las reglas, mostró una apertura filial con sus superiores y un amor ardiente a Don Bosco y a la congregación.
En los cuatro años de vida después de su ordenación, escribió algunos opúsculos ascéticos de gran valor, pero es en la hagiografía donde más se distinguió, produciendo varias biografías de santos así como algunos volúmenes de lecturas amenas y educativas.
Dejó también inacabados o inéditos otros trabajos, entre los cuales cabe señalar la traducción italiana de los primeros volúmenes de la edición crítica de las obras de San Francisco de Sales.
Al morir el 30 de diciembre de 1897, tenía 27 años.
Su cuerpo reposa en la iglesia de Omegna, su pueblo natal.