Beata Alejandrina María da Costa

(1904-1955)

«No pretendo otra cosa quedar gloria a Dios y salvarle muchas almas»

Inicio del proceso 14-1-1967
Venerable 21-12-1995
Beatificación 25-4-2004

Alejandrina nace el 30 de marzo de 1904 en Balasar (Portugal). Era una pequeña labradora, llena de vida, divertida, afectuosa.

A los 14 años salta de una ventana al jardín para preservar su pureza de un hombre que había entrado en su casa.

Cinco años más tarde, la herida le provocó  una parálisis total: estuvo postrada en la cama durante más de treinta años, cuidada por su hermana mayor.

Se ofrece como víctima a Cristo por la conversión de los pecadores y por la paz del mundo: “No pretendo otra cosa que dar gloria a Dios y salvarle muchas almas”. 

Durante cuatro años (1938-42) revive todos los viernes, durante tres horas, la pasión de Cristo. Pide y obtiene del Papa Pío XII la consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María (31 de octubre de 1942).

Desde el 27 de marzo de 1942 hasta su muerte (durante trece años y siete meses) no ingirió ninguna otra bebida ni alimento, fuera de la comunión diaria.
El Señor quiso que su segundo director espiritual fuera un salesiano, Humberto Pasquale –“mi cirineo en las horas más trágicas de mi vida”– quien recogió su precioso diario (1944-1948).

Aceptó entonces hacerse salesiana cooperadora: “Me siento muy unida a los salesianos y a los cooperadores de todo el mundo. ¡Cuántas veces reafirmo mi testimonio de pertenencia y ofrezco mis sufrimientos, unida a todos ellos, por la salvación de la juventud! Amo a la congregación. La quiero tanto y no la olvidaré jamás, ni en el tierra ni en el cielo”.

Murió en Balasar el 13 de octubre de 1955, donde se encuentra su sepulcro y a donde acuden multitud de peregrinos.