El sueño que nos hace soñar
Queridísimas hermanas:
Comenzamos este nuevo año con confianza y esperanza, a pesar de que vivimos en una situación mundial que deja espacio para la incertidumbre y la precariedad. La celebración del segundo centenario del sueño que Don Bosco tuvo a los nueve años, en 1824, es para nosotras y para toda la Familia Salesiana un motivo de renovación carismática.
El tema del Aguinaldo para 2024 que nos propone el Rector Mayor D. Ángel Fernández Artime
«El sueño que nos hace soñar»
Un corazón que convierte a los «lobos» en «corderos»
surge precisamente de la necesidad de volver, con la mente y el corazón, al sueño que guió la opción pastoral-misionera de Don Bosco y su relación con el Señor Jesús, el Buen Pastor.
Don Ángel afirma que este sueño merece ser considerado el corazón del Aguinaldo «que guiará el año educativo-pastoral de toda la Familia Salesiana. Se puede asumir y profundizar en la misión evangelizadora, en las intervenciones educativas y en las acciones de promoción social que en todas las partes del mundo están encabezadas por nuestra Familia, que encuentra en Don Bosco el inspirador y el padre» (Presentación del Aguinaldo).
Entre las diversas narraciones hechas por Don Bosco, el Rector Mayor ha elegido la que se considera la más auténtica, porque fue narrada por el mismo Don Bosco en las Memorias del Oratorio escritas cuando ya tenía sesenta años, es decir, una edad considerable en la que era más fácil el recuerdo concreto entre el sueño y la realidad.
Él había afrontado, sufrido y superado numerosas dificultades, experimentando cuánto la gracia de Dios y la presencia de María, Madre y Auxiliadora, habían obrado en la vida de sus jóvenes y de todos aquellos -Salesianos, Hijas de María Auxiliadora, Salesianos Cooperadores- que habían compartido y seguido el mismo ideal carismático desde la primera hora.
La intención del Aguinaldo es proponer para nuestra reflexión el sueño de Don Bosco que todavía anima la misión salesiana en el mundo, no sólo para no olvidar nuestros orígenes, sino sobre todo para ayudarnos a repensar nuestra vocación y nuestra fidelidad en el hoy. Para usar una expresión eficaz de Madre Mazzarello, podemos decir que «ahora es precisamente el momento de reavivar el fuego» para renovar nuestro ser Hijas de María Auxiliadora y la pasión educativa que nos distingue en la Iglesia.
El Papa Francisco, en sus felicitaciones a la Curia Romana, afirma que se necesita coraje para amar y caminar, para ir más allá. El esfuerzo, hoy en día, es transmitir pasión a aquellos que ya la han perdido durante mucho tiempo.
También declara que la verdadera diferencia en la Iglesia no es entre conservadores y progresistas, sino entre «enamorados» y «acostumbrados».
Queridas hermanas, ¡creemos que Dios quiere y puede hacer grandes cosas en cada una de nosotras! Su Palabra, acogida con fe, profundizada con paciencia, interiorizada con amor, seguida con confianza, es una luz en nuestro camino (cf. Sal 119, 105); es capaz de despertar los mejores recursos y energías para responder, en este momento de la historia, a la misión que el Señor nos confía. En su Palabra hagamos la experiencia de vivir como «amantes», más que como «acostumbradas». Estamos llamadas, en efecto, a animar y acompañar, en un continuo discernimiento, el crecimiento vocacional de cada persona que nos ha sido confiada.
La prioridad de nuestra misión es orientar a las/os jóvenes al encuentro con el Señor Jesús. Ellos nos piden que adoptemos nuevos estilos y nuevas estrategias para una pastoral más abierta y sinodal (cf. Hch CG XXIV, n. 22) para convertirse ellos mismos en protagonistas y ejecutores de propuestas educativas al estilo del Evangelio y de la espiritualidad salesiana.
Custodiemos, como herencia preciosa, el sueño de Juanito con su valor simbólico y carismático y reflexionemos sobre la centralidad de la figura de María, a la que el misterioso Personaje identifica como la «Maestra». En la última visita realizada por Don Bosco en 1885 a las Hijas de María Auxiliadora de Nizza Monferrato, es evidente la indicación de la presencia materna eficaz y consoladora de María en nuestro Instituto: María está aquí y camina en esta casa (cf. Cronistoria V 44). De hecho, es siempre ella quien sigue haciendo maravillas en nuestras vidas y en nuestra misión educativa.
Dos siglos después del sueño de nueve años vemos cuánto bien se ha logrado en la entrega total a las jóvenes y los jóvenes del mundo, así como la actualidad de la tarea confiada a Juanito: «Aquí está tu campo, aquí es donde debes trabajar. Hazte humilde, fuerte, robusto. Y lo que ves que les está sucediendo a estos animales en este momento, tú tendrás que hacerlo por mis hijos». Así, María está presente, desde el principio, en el nacimiento del carisma salesiano precisamente porque su misión es llevar en el seno y generar vida nueva. El Señor, por tanto, confía a su Madre, la Virgen de Pentecostés y modelo inmaculado de la Iglesia, la preciosa tarea de ser Maestra (cf. Aguinaldo 1, 4). Será Ella quien se encargue de la continuidad del sueño, hasta que Don Bosco sea capaz de comprenderlo todo.
El sueño, actualizado, nos ayuda a leer la realidad de hoy y a repensar nuestra presencia entre y con las jóvenes y los jóvenes. Con la mirada puesta en Don Bosco y en Madre Mazzarello, de hecho, hemos optado por volver a la profecía de la presencia que ellos mismos vivieron plenamente y que la misma Madre Mazzarello encarnó en Mornese de manera brillante, con todos los matices femeninos.
Para lograr una presencia significativa en el mundo contemporáneo, debemos tener la valentía de invertir constantemente en la formación, de la que depende la calidad de vida del Instituto y la fecundidad de su misión. La fidelidad al dinamismo profético del carisma requiere también una visión de futuro y una mentalidad proyectual, que se traducen en despertar y alimentar la cultura vocacional que hará que nuestras comunidades sean verdaderamente generativas en la Iglesia y en los diversos contextos a los que Dios nos llama hoy (cf. Presentación de los Hechos CG XXIV).
Quiero agradecer, también en nombre de todas las Hijas de María Auxiliadora, al Rector Mayor, Cardenal Ángel Fernández Artime, por habernos desafiado a través del Aguinaldo a renovar nuestro compromiso de ser comunidades generativas de vida en la Familia Salesiana, en la dimensión femenino-maternal-mariana que, como Hijas, estamos llamadas a hacer resplandecer en la vida cotidiana y en la misión.
Extiendo mis mejores deseos a los Hermanos Salesianos, a los diversos grupos de la Familia Salesiana, a las comunidades educativas, a los jóvenes, a todas ustedes, queridas hermanas y a sus familias, para un 2024 de paz y esperanza.
Sigamos invocando al Espíritu Santo para que ilumine a los gobernantes, para que dé valor a todos los que trabajan por la paz y el bien, y para que consuele a los que sufren a causa de la guerra, la violencia y la persecución. Que sostenga e infunda valor a quienes trabajan, jóvenes y adultos, por un futuro de fraternidad social que respete los derechos humanos.
A la protección de María, Guía, Auxiliadora y Reina de la Paz, encomendamos a toda la humanidad.
Roma, 1 de enero de 2024
Aff.ma Madre
Sor Chiara Cazzuola