Sr. CAPELLO, María

Queridas hermanas: 

El 25 de marzo 2024, en la Casa San José, Buenos Aires, celebró en el Señor su Pascua nuestra querida hermana

Sr. CAPELLO María 

Nació en la ciudad de Mendoza, el 18 de abril de 1923

Profesó en Morón el 24 de enero de 1945

¡Debe haber fiesta en el Cielo por la Hermana María! Una vida centenaria irradiando bondad y paz entre las hermanas, niñas y jóvenes.

Sus papás, Salvador y Josefa Rizzotto, ambos inmigrantes italianos provenientes de Siracusa, se establecieron en la ciudad de Mendoza, donde María, la tercera de 6 hijos, fue alumna del Colegio María Auxiliadora presente en el lugar. Desde entonces mostró cualidades de educadora cuando le confiaban, y asistía gustosa, a las niñas de 1° grado durante los recreos. Le atraía la vida de entrega y oración de la comunidad y también ella quería abrazarla. Continuó los estudios secundarios y obtuvo el título de Maestra Normal Nacional, tiempo en el que también maduró la decisión de ingresar al Instituto con el apoyo de su familia. Siendo aspirante continuó sus estudios en la Escuela Hogar Agrícola María Mazzarello y egresó con la primera promoción de Maestras Rurales y Catequistas en 1942.

Durante 21 años fue maestra de diversos grados en Buenos Aires Soler (1945), en la comunidad fundadora de Curuzú Cuatiá (1946), en San Justo (1947-1954; 2005-2019), Buenos Aires Barracas (1955-1956), La Boca (1957-1958) y San Isidro (1959-1966; 1989-2000; 2003-2004) donde también fue Consejera escolar y profesora de Pedagogía, Didáctica y Práctica de la Enseñanza durante tres años. Al mismo tiempo en esas comunidades fue responsable del Oratorio y asistente de las alumnas internas, entre las que estaban las niñas del Patronato, bajo tutela del Juez de Menores en San Isidro. Fue una maestra inolvidable por la finura de su trato, la dedicación a cada una de sus alumnas que se sentían amadas preferencialmente, por la bondad que trasparentaba su profunda mirada. Varias de ellas, hoy Hijas de María Auxiliadora, siempre le expresaron su cariño y gratitud: “Fue una gran religiosa, atenta y cercana a los niños y jóvenes… muy de Dios”. Una exalumna de San Isidro expresa: “Por muchos años la encontramos en nuestra casa, presente en la Capilla, en el patio, en el kiosco… Sabía leer el llamado de Jesús en nuestros ojos. Aún hoy nos parece verla recorriendo la galería rezando el rosario con las pupilas y medio pupilas, irradiando paz a su paso”.

Fue animadora de las comunidades de San Telmo (1970), Morón (1971-1976) y San Miguel (1978-1980). Una hermana de ese tiempo expresa: “Tenía habilidad para sorprendernos con momentos de distensión creativos como alivio a las múltiples tareas que atendíamos. Sin demasiadas palabras, nos congregaba en torno a variadas iniciativas que atraían nuestro interés y fortalecían nuestra fraternidad”. Tenía el don de acompañar a cada persona para que logre hacer nacer de sí sus mejores recursos para el bien común. Cuando fue, durante más de quince años, responsable de la casa de descanso en Tandil, preparaba el lugar con esmero y recibía a las hermanas haciéndolas sentir bien enseguida. Su presencia era grata, acogedora, exquisita en los gestos sencillos que trasparentaban la grandeza de su alma.

Desde el año 2019 se encontraba en reposo en la Casa San José. Siempre distinguida por su trato amable, no hacía pesar nada a quien la atendía; dentro de lo que le costaba hablar, participaba de la oración comunitaria con la mirada atenta, dejando traslucir su rica espiritualidad que sabía hasta animar y consolar sin palabras.

Ayer participó con la comunidad en la celebración del Domingo de Ramos, aun en medio de los dolores físicos que experimentaba desde hacía un tiempo. Con rostro sereno y alegre, aplaudía al Señor “que viene”, agradecida por su grandeza. El sacerdote le dio una bendición especial que seguramente la fue preparando, sin que nos diéramos cuenta, al encuentro eterno con Él en su Amor Resucitado.

¡Descansa en paz, querida Hna María! Gracias por cuanto has sembrado con tu testimonio de vida. Guardamos en nuestra memoria agradecida tu mirada tierna y esa bella sonrisa que nos han animado en el diario vivir y hoy brillan junto al Señor para siempre.

Ofrezcamos por esta querida hermana nuestra oración de sufragio. 

Con afecto 

Sr. Silvia Boullosa 
Inspectora ARG