Nació en Nazaret el 27 de junio de 1877, último de diez hijos, huérfano de padres desde los 6 años.
En 1888 su tía lo envió al orfanato católico de Belén y después con los salesianos, desde 1891. Allí se encontró tan a gusto que, a los 16 años, pidió ser salesiano. Ingresa como aspirante coadjutor en la escuela agrícola de Beitgemal, donde transcurrirá toda su vida.
Fue maestro de escuela de muchos niños musulmanes, que decían de él que era “más bueno que un tarro de miel”.
Trabajaba en el campo y fue también enfermero, asistiendo a los más pobres de la región.
Acudían a él cuando en algún pueblo había un conflicto: él hacía de mediador y de pacificador.
Todos tenían la sensación de que Srugi se comunicaba con Dios en serio. Se alimentaba de la Eucaristía y del Evangelio. Su tiempo libre lo pasaba ante el Santísimo.
Cuando en 1908 Don Miguel Rua visitó la casa de Beitgemal, dijo: “Seguidlo bien, guardad en la memoria sus palabras y hechos porque se trata de un santo”.
Murió, abatido por el trabajo y la malaria, el 27 de noviembre de 1943, a los 66 años. Su cuerpo descansa en Beitgemal junto a la tumba de San Esteban.