«Cada vez que Jesús en su divinidad y humanidad entra en mí, en contacto con mi alma, es un encenderse de santos propósitos, una llama que quema y que consume, pero que me hace tan feliz»
Beatificación5-9-2004
Alberto Marvelli nació en Ferrara el 21 de marzo de 1918, en el seno de una familia numerosa. Cuando se trasladó a Rimini con su familia, empezó a asistir al oratorio salesiano, donde fue catequista y animador. Disfrutaba de practicar todo tipo de deportes. Sus modelos de vida eran santo Domingo Savio y Pier Giorgio Frassati. Ingresó al grupo oratoriano de la Acción Católica, convirtiéndose pronto en su presidente parroquial. Brindó servicios a la Iglesia en Rimini como vicepresidente diocesano de la Acción Católica.
Como estudiante de ingeniería en Bologna, tomó parte activa en la Federación Universitaria Católica Italiana (FUCI), permaneciendo fiel a la Eucaristía diaria. En junio de 1942 se graduó y empezó a trabajar en la fábrica de automóviles Fiat, en Turín. Hizo su servicio militar en Trieste y logró llevar a muchos de sus compañeros a la Eucaristía.
Después de la entrada de los aliados a Rimini durante la Segunda Guerra Mundial, fue nombrado asesor municipal del departamento de vivienda y reconstrucción e ingeniero a cargo de Ingeniería Civil. “Los pobres pasan de inmediato, los otros pueden esperar”, decía.
Aceptó ser candidato para las elecciones en la lista de la Democracia Cristiana. El obispado lo designó presidente de los graduados católicos. Su devoción mariana y eucarística fueron realmente las columnas que sostenían su vida.
Murió al ser atropellado por un camión militar el 5 de octubre de 1946.
Fue, como quería Don Bosco, un buen cristiano y un ciudadano honesto, comprometido con la Iglesia y la sociedad con un corazón salesiano.
Fue beatificado el 5 de setiembre de 2004 en Loreto, Italia, por el Papa Juan Pablo II.