En el Corazón de Cristo
para vivir y anunciar su amor
Queridísimas hermanas,
el mes de junio dedicado a los Sagrados Corazones de Jesús y María puede convertirse en una preciosa invitación para reemprender de nuevo desde el corazón y discernir cada paso de nuestro camino de fe, a la luz del amor, la misericordia y la ternura.
En la audiencia general del pasado5 de junio, el Papa Francisco anunció un nuevo documento sobre el culto al Sagrado Corazón de Jesús, con el fin de meditar sobre los principales aspectos «del amor del Señor que pueden iluminar el camino de la renovación eclesial; pero también que digan algo significativo a un mundo que parece haber perdido su corazón». El Papa piensa en un documento que «reúna las preciosas reflexiones de los textos magisteriales anteriores y de una larga historia que se remonta a las Sagradas Escrituras, para volver a proponer hoy, a toda la Iglesia, este culto lleno de belleza espiritual».
El corazón es en sí mismo el lugar donde la criatura humana se encuentra con Dios, en una intimidad única e indescriptible. El lenguaje bíblico se refiere a expresiones como «los pensamientos del corazón», «conversión del corazón»; nos insta a «amar a Dios con todo el corazón». Jesús reprende a los discípulos por ser «lentos de corazón» para creer (cf. Lc 24,26). Les invita a aprender de Él «manso y humilde de corazón». Muy a menudo Dios se dirige al hombre hablándole a su corazón, o hablando de su propio corazón.
La contemplación del Corazón de Cristo nos recuerda que el seguimiento confiado, vivido con fidelidad cotidiana, nos hace mujeres serenas, capaces de sembrar a nuestro alrededor gestos de ternura, de paz y de verdadera caridad.
El Corazón de Cristo, fuente de caridad apostólica
El Convenio que vivimos con tanta participación y entusiasmo el 8 de junio, sobre la figura de Madre Caterina Daghero, nos presentó a la primera sucesora de Madre Mazzarello como Hija de María Auxiliadora que, al estilo de la Cofundadora, no teoriza sobre la educación, sino que se arremanga las mangas y trata de dar respuestas concretas a las nuevas exigencias históricas y sociales.
Como Superiora General, guía el Instituto sobre la base de los principios generadores del Evangelio y del espíritu genuino del Instituto. La caridad es para ella un valor fundamental y estratégico, por eso le da prioridad sobre todo lo demás, como escribió en su primera Circular: «Os recomiendo ardientemente la santa caridad hacia Dios y hacia el prójimo» (Circular, 22 de enero de 1882). La llamada a la caridad, núcleo esencial del carisma salesiano, de la enseñanza sentida y del deseo ardiente de Madre Mazzarello, encuentra en ella expresiones que ayudan a vivir el amor que se convierte en comunión y acción en la comunidad, para que pueda expresarse eficazmente en la misión.
De hecho, entusiasmaba a las hermanas a «estar a la vanguardia de la caridad». Decía que en las FMA «la caridad debe ser activa», indicando así el dinamismo apostólico que debe estar muy vivo en quienes han hecho una elección por la vida consagrada salesiana (Aspectos carismático – educativos del Gobierno de Madre Caterina Daghero, Roma, 8 de junio de 2024).
De Don Bosco sabemos que «la devoción al Sagrado Corazón, que era la más ardiente de su alma, animaba todas sus obras, daba eficacia a sus discursos familiares, a sus sermones y al ejercicio de su ministerio, de modo que todos quedaban encantados y persuadidos por ella. También parecía que el Sagrado Corazón de Jesús cooperaba con ayudas sobrenaturales en el cumplimiento de su ardua misión» (Arnaldo Pedrini, Don Bosco y la devoción al Sagrado Corazón, p. 17, Opera Salesiana via Marsala 1987).
La devoción al Sagrado Corazón encuentra una de sus expresiones más significativas no sólo en la construcción de la Basílica de Roma, querida por el Papa, sino sobre todo en la caridad activa que brotó del impulso del da mihi animas cetera tolle, fuente de toda inspiración apostólica.
El artículo 7 de nuestras Constituciones afirma que el Sistema Preventivo «es una experiencia de caridad apostólica, que tiene como fuente el mismo Corazón de Cristo y como modelo la solicitud materna de María».
Las Actas del Capítulo General XXIV muestran que el Sistema Preventivo tiene en sí mismo una fuerza humanizadora, basada en el respeto de la dignidad de la persona y de sus ritmos de crecimiento (cf. C 66). Nuestra presencia en medio de las niñas y los niños, de las/os jóvenes, presta atención creativa a su educación y permite encontrar nuevas respuestas a situaciones que parecen no tener salida. María nos enseña, como en Valdocco y Mornese, que la presencia es también, y sobre todo, disponibilidad para «yo voy» (cf. Actas CG XXIV 7).
Os dejo en el corazón de Jesús
Para Madre Mazzarello, el corazón expresa la profundidad y la radicalidad de las motivaciones de la experiencia religiosa personal, hasta el punto de que podemos hablar de oración hecha con el corazón y hecha desde el corazón. Hay, sobre todo, un modo de oración al que apela continuamente en sus Cartas, y es la oración hecha en el Corazón de Jesús, entregada a Él en el encuentro personal con su Corazón divino y humano.
El contexto en el que se sitúan los verbos que utiliza nos permite comprender cómo este corazón es un lugar sagrado, en el que se produce un intenso encuentro entre la persona orante y la persona de Jesús; Un lugar donde se puede entrar, se puede dialogar, se puede permanecer para rezar y también para tejer relaciones con los demás.
En la Carta 22, enviada a Sor Ángela Vallese, la Madre Mazzarello se preocupa de que sus hijas aprendan no sólo las lenguas humanas, sino también el lenguaje del alma con Dios: «¿Ya sabes bien el francés? Estudiando los idiomas de este mundo, estudia también el lenguaje del alma con Dios, Él te enseñará la ciencia de hacerte santa, que es la única verdadera ciencia… Habla poco, muy poco con las criaturas, pero habla mucho con el Señor, Él te hará verdaderamente sabia…». Frente a las hermanas y niñas que declaraban tener dificultades en la oración, la Madre Mazzarello les aconsejó que hablaran con Jesús también en dialecto, pero que no perdieran la intimidad con Él.
Esto requiere que cada una acepte seguir el itinerario esencial de su propia interioridad: el largo y paciente paso de la mente al corazón, centro no sólo de los sentimientos, sino del ser. De esta interioridad puede nacer una oración auténtica, impregnada de confianza y serenidad, por eso Madre Mazzarello afirma: «Hay que rezar mucho y de corazón» (Carta 29,3). «Amad al Señor de corazón» (Carta 23,1). El Corazón de Jesús es un lugar donde las molestias se resuelven para dar paso a la serenidad y a la paz: «Confía en Jesús, pon en Él todas tus preocupaciones y déjale hacer, Él lo arreglará todo» (Carta 25,3). «Estad siempre alegres, y cuando tengáis problemas, ponedlos todos en el Corazón de Jesús» (Carta 47,10). «Ánimo, cuando estéis cansados y afligidos, id y poned vuestras angustias en el Corazón de Jesús, y allí encontraréis alivio y consuelo» (Carta 65,3).
Recurrir al Corazón de Jesús es un signo de abandono confiado que recuerda la invitación del Sal 55,23: «Descarga tu angustia en el Señor, y él te sostendrá», y las palabras de Jesús: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os daré descanso» (Mt 11,28).
Para Madre Mazzarello, el Divino Corazón del Señor es también un lugar de encuentro con las hermanas: «Os aseguro que todas las mañanas os hablo en este Corazón adorable y le hablo en la Sagrada Comunión, y digo muchas cosas por cada una de vosotras» (Carta 27,6); «Decid muchas cosas por mí cuando os encontréis unidas en este adorable Corazón» (Carta 39,2).
El vínculo de comunión arraigado en el Corazón de Jesús es tan fuerte que anula las distancias: «Pero aunque nos separe el inmenso, podemos vernos y estar juntas en el Corazón Sacratísimo de Jesús, podemos pedir siempre las unas por las otras, así nuestros corazones estarán siempre unidos» (Carta 22,1).
Hay una expresión muy humana y maternal que Madre Mazzarello dirige a la novicia Mercedes Stabler, una de las primeras vocaciones argentinas: «… aunque no tenga la suerte de conocerte personalmente, te tengo siempre junto a mi corazón, y no pasa un día que no te introduzca en el Corazón de Jesús y María» (Carta 62, 4).
La Madre ayuda a sus hijas y hermanas a no perder nunca el sentido de la misión y el objetivo de su camino. En Mornese, y en otros lugares, la exigencia del seguimiento de Jesús es la misma, por lo que exhorta a sor Giuseppina Pacotto, destinada a ser directora de una de las dos casas de Uruguay, a no exigir nada por interés egoísta o por ambición, sino a ser auténticamente humilde. Con sabiduría vigilante y previsora, la previene contra las formas de inmadurez que obstaculizan la vida fraterna e impiden la comunión de los corazones. Entre los recuerdos le regala este, casi como un testamento espiritual: «Cuando la cruz te parezca pesadada una mirada a la cruz que llevamos al
cuello y di: ¡Oh, Jesús, vos sois toda mi fuerza y con vos las cargas se hacen ligeras, las fatigas suaves y las espinas se convierten en dulzuras!. Pero, querida mía, debes vencerte a ti misma, si no, todo se hace pesado, insoportable. Esto es, mi querida sor Josefina, todo lo que puedo darte como recuerdo”. (Carta 64, 5-6).
Madre Mazzarello también nos invita a no encerrarnos en nuestras propias debilidades, en nuestros propios pecados. Se da cuenta del riesgo de que esta actitud se convierta en un lastre que pesa en el corazón y aprisiona las energías del alma, que en cambio deben ser liberadas para que se pueda caminar con decisión, generosidad y confianza en la misión educativa. Confiar con abandono esponsal en el Amor de Jesús, poniendo todo en su Corazón, es para ella la verdadera «cura» vigorizante que ayuda a superar los síntomas del malestar, debido a la sensación de desaliento e insuficiencia.
A este respecto, leemos en sus Cartas expresiones de gran sabiduría espiritual y formativa: «No te desanimes nunca cuando te veas llena de defectos; recurre con confianza a Jesús y a María y humíllate sin desanimarte, y después, con valor y sin miedo, sigue adelante… Está siempre alegre y no te olvides nunca de quien tanto te ama en el Señor, y te aseguro que te acompañaré siempre con mis pobres oraciones» (Carta 66, 4.6).
Madre Mazzarello también nos exhorta a entrar plenamente en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos del amor de Cristo Jesús que sólo en su amor, capaz de perdón infinito, respiramos la Esperanza gozosa que ensancha nuestro corazón y nuestra mente hacia los horizontes de Dios.
Hay una profunda sintonía con las palabras del Papa Francisco: «Estamos caminando con Él y no estamos nunca solos. Ánimo, entonces, ¡ánimo! No nos dejemos quitar la alegría de ser discípulos del Señor. «Pero, Padre, yo soy pecador, ¿qué puedo hacer?» – «Déjate mirar por el Señor, abre tu corazón, siente en ti su mirada, su misericordia, y tu corazón será colmado de alegría /…/. No nos dejemos robar la esperanza de vivir esta vida junto a Él y con la fuerza de su consuelo.» (audiencia, 14 de septiembre de 2016).
He mencionado sólo algunas expresiones queridas por Madre Mazzarello, pero hay muchas otras, en las Cartas y en la Cronohistoria, que pueden ayudarnos a fijar nuestro corazón y nuestra vida en Dios y a buscar nada más que almas, jóvenes, a quienes amar y llevar a Jesús. Os dejo la tarea de seguir profundizando en la espiritualidad de Madre Mazzarello para crecer en su conocimiento y renovar hoy la fecundidad vocacional y misionera de Mornese en nuestra hermosa Familia religiosa.
Recuerdo que, en la tradición salesiana, el onomástico de Don Bosco se celebraba el 24 de junio en el Oratorio de Valdocco. Por tanto, nos unimos a la Familia Salesiana para expresar nuestros afectuosos deseos al Rector Mayor, el cardenal Ángel Fernández Artime, a quien encomendamos a María Auxiliadora, para que su misión al servicio de la Iglesia universal sea fecunda de bien.
En este mes, en el que celebramos la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, os invito a rezar de manera especial por el Papa Francisco. Que el Señor le conceda salud y la sabiduría del Espíritu para que siga guiando a la Iglesia con la eficacia del Buen Pastor.
Desde Sant’Agnello di Sorrento, donde me encuentro con las hermanas del Consejo General para los Ejercicios Espirituales, gracias a la acogida fraterna y afectuosa de la Inspectoría Meridional, os recuerdo con afecto y os aseguro nuestras oraciones, sobre todo, por las comunidades que viven en situaciones críticas y de sufrimiento.
Por último, os saludo con las palabras de Madre Mazzarello a Sor Ángela Vallese y a las Hermanas de Villa Colón: «Os dejo en el corazón de Jesús y le pido que os bendiga y os haga a todas suyas, y os conserve siempre unidas y alegres» (Carta 17,5).
Roma, 24 de junio de 2024
Aff.ma Madre
Sor Chiara Cazzuola